Es segoviana. Es maestra de Educación Primaria. Escribe poesía y relato breve. En 2005 publicó Tu nombre: Amor, su primer libro de poemas. Posteriormente tiene otros tres libros inéditos: Pájaros de ensueño, Canción de Amanda y Un día de estos, de los que ha realizado lecturas en diversas provincias. Para los pequeños ha escrito otros dos libros de poemas aún inéditos. Colaboradora como poeta y crítica en distintas revistas de poesía y literatura de Castilla y León y en la edición de los Cuadernos de Profesores Poetas del IES Giner de los Ríos de Segovia. Ha conseguido varios premios en certámenes de poesía. Ha participado en diferentes antologías de poesía y relato. Realiza sesiones de animación a la lectura en los colegios y para adultos.
Herido de vacío en esta tarde
te allegas a mi sombra como entonces.
Pero antes eras joven. Hoy otoño.
Apenas somos tiempo, a duras penas.
Ya sólo soledad, mirada antigua,
que abraza un horizonte inabarcable.
Retomas la memoria de lo eterno,
la rueda del pasado que, infinito,
gestó mi corazón y mi enramada.
Posada del amor, yo te recuerdo
y a aquellos que a despecho de mis hojas
hallaron a mis pies un muelle lecho.
Mi copa guarda aún el reverbero
de cuerpos enlazados en un sueño
de efímera armonía o contrapunto,
combate del amor contra la muerte,
el eco de los labios que besaron
las manos que tocaron y no tocan
los pies que no caminan ya y tan sólo
son polvo del camino.
Te sientas esperando y gritas nada
Y el aire no responde. Sólo escuchas.
Descansas tu nostalgia en mi latido,
rescatas del olvido las palabras,
las voces del silencio,
los besos que son labios y descubres
deseos que despiertan.
Corre aún por mi savia el elemento
nutricio de los versos del poeta;
su voz, su luz, la música que asciende
del arca del ayer. Omnipresente:
“Gocémonos, amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado
do mana el agua pura:
entremos más adentro en la espesura”
Mª del Carmen Truchado Pascual
GLOSA A MACHADO
de tiempo, memoria y verso
las briznas de hierba y alma
de una tarde de paseo.
Por Segovia, la Alameda,
al Alcázar, un sendero
para el amor imposible
del poeta de los sueños.
Una tarde disecada
de esperanzas y de encuentro.
Machado y Guiomar caminan.
El aire tibio y el cielo
cuajado de astros. La luna
-testigo de aquel momento-
cómplice firma en el agua
del Eresma su secreto.
Lila, violeta y morada,
suave seda de un pañuelo,
que filtra el tiempo y envuelve
la estampa para un recuerdo
con que colmar de caricias
las ausencias y el incierto
futuro de los amantes:
su “Tercer mundo” de ensueño.
Caprichos de solitario,
ironías de amor ciego.
En la noria de la vida
juntos dolor y deseo;
afanes de risa nueva,
presagios de un tiempo huero.
El cangilón de la espera
mueve el agua del correo.
Guarda Segovia en el aire
luces y sombras, los ecos
de las palabras que fueron
muerte y vida y agua y fuego,
tarde y alba enamoradas.
Poema, voz en el Tiempo,
fuera del tiempo el amor
que fue posible en el sueño.
“Tengo dentro de un herbarioTengo dentro de un herbario
Una tarde disecada
Lila, violeta y morada,
Caprichos de solitario”
A. Machado
de tiempo, memoria y verso
las briznas de hierba y alma
de una tarde de paseo.
Por Segovia, la Alameda,
al Alcázar, un sendero
para el amor imposible
del poeta de los sueños.
Una tarde disecada
de esperanzas y de encuentro.
Machado y Guiomar caminan.
El aire tibio y el cielo
cuajado de astros. La luna
-testigo de aquel momento-
cómplice firma en el agua
del Eresma su secreto.
Lila, violeta y morada,
suave seda de un pañuelo,
que filtra el tiempo y envuelve
la estampa para un recuerdo
con que colmar de caricias
las ausencias y el incierto
futuro de los amantes:
su “Tercer mundo” de ensueño.
Caprichos de solitario,
ironías de amor ciego.
En la noria de la vida
juntos dolor y deseo;
afanes de risa nueva,
presagios de un tiempo huero.
El cangilón de la espera
mueve el agua del correo.
Guarda Segovia en el aire
luces y sombras, los ecos
de las palabras que fueron
muerte y vida y agua y fuego,
tarde y alba enamoradas.
Poema, voz en el Tiempo,
fuera del tiempo el amor
que fue posible en el sueño.
Mª del Carmen Truchado Pascual
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